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A las 6 y pico

Querido diario

Querido diario Este cuento había subido a atra unos pocos días antes de la hecatombe viral. Aquí va para los que no alcanzaron a leerlo. (Y para todo el que guste, claro)

Querido diario

Querido diario:

Hoy mamá trajo un gatito. Es color crema, peludo como un pompón, y tiene los ojos azules. Mamá dice que es siamés (no sé bien qué quiere decir) Es muy juguetón y me tironea de los cordones de las zapatillas a cada rato. Es la primera vez que me dejan tener un animalito. Le puse de nombre Nino.

Querido diario:

Mamá me dijo que soy un tonto por decirle Nino, que es una gata, y que por eso la compró, para que tenga gatitos y venderlos. Así que ahora se llama Nina. Va a ser lindo cuando tenga los gatitos. Siempre estamos jugando y, a la noche, se acurruca a mis pies y se duerme ronroneando. A veces no me deja hacer los deberes, porque se pone a jugar con mi lápiz en cuanto empiezo a moverlo para escribir. Así que arranco una hoja, hago una pelotita y se la doy, y ella la corre como loca por toda la pieza, después me la trae y se queda mirándome para que se la tire de nuevo. Yo pensaba que sólo los perros hacían esas cosas, pero Nina es muy inteligente. Aunque yo sea tonto, como siempre me dicen mamá y papá, a ella no le importa, y me quiere mucho igual.

Querido diario:

Hoy Nina se llevó una paliza, porque se subió a la biblioteca y agarró ese adorno viejo que era de la abuela de papá, y se puso a jugar hasta que lo rompió. Papá la corrió con el cinturón y, por más que se escondía abajo de los muebles, la agarró de la cola y le dio un montón de cinturonazos. Yo la rescaté y me metí con ella en mi pieza, pero cómo duele ese cinturón cuando pega con la hebilla, me quedó una raya roja en la cara y me salió mucha sangre. Ahora quedé con el cachete hinchado y se van a reír de mí en la escuela, como siempre.

Querido diario:

Hoy sí que hicimos lío con Nina. Resulta que ella se puso a jugar con un globito del árbol de navidad, y se le enganchó una uña; yo la quise desprender, y nos caímos los dos con árbol y todo. Tengo la cola toda colorada, supongo que Nina también, pero a ella no se le nota por el pelo. Ya no quiere salir más de mi pieza, se asustó mucho con la paliza que le dio papá. Le puse un almohadón viejo al lado de mi cama, y la pasamos acá, los dos solos todo el día, salvo cuando voy a la escuela. Quisiera poder llevarla conmigo.
Pero ya le dije que no tenga miedo, que me tiene a mí para defenderla.

Querido diario:

Papá está enojado con mamá, y ella con Nina, todo porque se le están poniendo los ojitos amarillos y el pelo gris, y parece que eso quiere decir que no es siamesa. Papá le estuvo gritando a mamá que eso le pasa por comprar una gata sin papeles ¿Qué será una gata con papeles? No sé, pero mamá ya no le da más el alimento para gatos, ahora le da bofe crudo, a veces le hace mal y la hace vomitar. Yo le consigo pedacitos de carne o pescado de la heladera, ¡y se los come con unas ganas! Después se queda mirándome y diciéndome "miaaaau" por un rato, pero yo le digo que no puedo agarrar más, porque se van a dar cuenta de que falta y papá se va a enojar. Pero siempre le consigo todo lo que puedo.
Me gusta mostrarle mis juguetes y mis trabajos de la escuela, ella los huele y los toca con la manito. A veces, a la noche, nos quedamos charlando, le cuento cosas y ella me mira atenta, yo creo que me entiende lo que le digo. Nina es mi mejor amiga.

Querido diario:

Hoy papá se puso furioso porque Nina se comió el atún que había dejado arriba de la mesada. Le dijo a mamá que él no está para aguantar bichos inútiles, la agarró, la metió en una caja y se subió al auto. Yo me subí con él, me dijo que me bajara, pero no le hice caso, y, al final, me gritó, con cara de malo "¿Querés venir? Está bien, vení, vas a ver lo que hago con este bicho de mierda". Yo la saqué de la caja y la abracé. Estaba muy asustada y se agarraba de mí con las uñas. Papá manejó hasta el río, me la quitó de los brazos y la soltó. Ella salió disparada y desapareció entre los matorrales; yo la quise correr, pero papá me agarró del pelo, me metió adentro del auto y me dijo que, si no paraba de llorar, me iba a pegar, pero no pude, así que me dio con la mano en la boca muchas veces. Todavía me duele.
Pero no importa, yo sé que Nina va a encontrar el camino a casa, si los perros pueden ¿por qué los gatos no? Cuando vuelva, la voy a esconder en mi pieza y nadie va a saber que la tengo.

Querido diario:

Hoy me levanté a las cinco de la mañana, dormí con la ventana abierta para que Nina pueda entrar, pero no volvió. Me asomé a la calle, y tampoco estaba. Es que el río queda muy lejos. Mañana seguro que va a aparecer, espero que papá no se vaya a dar cuenta. Esta noche, voy a dormir de nuevo con la ventana abierta, y voy a dejar un pedacito de pescado cerca, para que lo huela y entre derecho a mi pieza, así nadie la ve llegar.

Querido diario:

Anoche llovió sin parar, y está haciendo un frío terrible. Nina no volvió, creo que se perdió para siempre. Le pedí a mamá que me llevara al río a buscarla, pero no me hizo caso, y me dijo que en el río no se puede encontrar nada, que es una selva. Lloré toda la tarde; por suerte, papá no estaba, así que pude llorar tranquilo. Siempre me pega cuando lloro, y, después, como lloro más, se pone furioso y me sigue pegando hasta que se cansa.
Antes de que él volviera, junté las pelotitas de papel, que estaban por toda mi pieza, y el almohadón de Nina y los enterré en el jardín. No sé por qué hice eso.
Pero sí sé lo que voy a hacer cuando sea grande: me voy a comprar un auto, lo voy a llevar a papá al río, lo voy a engañar para que se baje y me voy a ir antes de que alcance a subirse de nuevo. Como va a ser viejo, no va a poder volver caminando, y se va a tener que quedar a vivir en el río, perdido y con miedo.
Lo voy a dejar tirado ahí, solo como un perro, hasta que se muera...

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Cuarenta años después, el querido diario yacía olvidado y polvoriento, en un cajón que nunca se abría...

-Me da miedo este lugar, hijo...
-No seas tonto, es para que estés más cómodo.
-¿Me vas a venir a ver?
-Sí, papá...
-¿Y me vas a llevar a casa?
-Esteee... sí, vos quedate tranquilo y portate bien. Bueno, ya me voy.
-Esperá, hijo, no te vayas...
-Chau, papá.

Las asistentes del geriátrico no se cansaban de hablar del tema. No dejaban pasar un día sin comentar cosas como:
-¡Parece mentira lo mala que es la gente! ¿Podés creer que el hijo de don Alberto vino a pagar el mes y ni pasó por la pieza del pobre viejo a saludarlo? Siempre hace lo mismo. Va a hacer un año que lo tiene acá, y no lo visitó ni se lo llevó a la casa una sola vez ¡Hay que ser desagradecido!¡Hacerle eso a un padre!
-¡Pero si hasta en la facha se le nota lo mal nacido que es! ¿Viste el tajo que tiene en la cara? Seguro que es un camorrero... ¡Qué le va a importar el viejito! Es capaz de dejarlo que se pudra en esa pieza.
-Sí, es un hijo de puta, seguro que lo va a dejar tirado ahí, solo como un perro, hasta que se muera...

12 comentarios

NOFRET -

Un placer tu relectura y tu recomentario, Pablo! :)

Pablo -

Un placer haber vuelto a leer este relato, NOFRET.

NOFRET -

Gracias Perseida, lo intentaré, aunque mis musas son un tanto caprichosas. ;)
Un beso para ti.

Perseida -

Felicidades Nofret!
Es un gustazo leerte, y releerte...Tus textos son como esas películas que se necesitan ver dos veces, y la segunda aun se disfruta más. Un beso, y no dejes de inspirarte por fa.

NOFRET -

Gracias, chiquillo! :)

Cerro -

Un gusto, chiquilla. Tá chulísimo.

NOFRET -

Mulúuuuu! vos por acá! gracias por pasar y leer. Y sí, cada 1500 años me inspiro, para la próxima me faltan nada más que 350! :)

Mulú -

sip, gonita, vos siempre estás inspirada.

Un besote,
la mullighan

NOFRET -

Gracias Goreño, Pokito y White, siempre me alegran sus comentarios. Este es el último texto que tengo que me gusta, tengo uno más, que luego voy a enviar, y luego uno que no se puede por lo largo que es. Así que, hasta acá va llegando el asunto. Veré si me ataca alguna inspiración nueva.
Besos a los tres.

white -

yo también lo había leído pero un gusto releerlo. Enhorabuena por tus relatos.

pokito -

Nofret, me alucinas con estas historias, de verdad. Repito lectura, y difruto más con ella. Un beso momia.

salud

Goreño -

Efectivamente, aunque ya lo había le´´ido, es una gozada volver a leerlo. Te mantiene en vilo hasta el final que descubres que se trata de un perro. El que a yerro mata a yerro muere, eso le ocurrió al padre.